San Antón tiene en cada 17 de enero su día más laborioso, el de la bendición a los animales. Los dueños de mascotas, devotos del patrón, llevan a perros, gatos, canarios y todo tipo de animales, muy engalanados, a recibir la bendición. Una bendición que San Antón le otorgará y que es garantía de salud y bienestar para todo un año.
¿Quién fue San Antón?
San Antonio Abad (Heracleópolis Magna, Egipto, 251–Monte Colzim, Egipto, 356) era un hombre con muchos bienes que lo dejó todo a los pobres para irse a vivir en soledad al desierto. De familia acomodada, a los veinte años pierde a sus padres y fiel al mensaje evangélico, se desprende de cuanto tiene y se retira del mundo.
Primero se establece en un cementerio cerca de su aldea nativa, en el que registra extraños episodios con demonios en forma de bestias salvajes con los que se bate a muerte. Pero teniendo treinta y cinco años, da una vuelta de tuerca a su vida de eremita, cruza el Nilo, y se retira al monte Pispir en el que pasa veinte años en absoluta soledad, con la escasa ayuda de algunas personas que le lanzan comida por encima del muro de su humilde morada. Allí le salen una serie de discípulos que se establecen en cuevas y cabañas cercanas, formándose una incipiente colonia de ascetas que lo adopta como modelo.
La tradición de bendecir a los animales se cree que data de la época colonial. Dicen que el Santo, San Antón, descubrió la sabiduría a base de observar a los animales y el amor divino a través de la naturaleza y así se convirtió en el patrón de los animales. Relacionada probablemente con las bestias con las que se bate durante su largo retiro de más de ocho décadas, en el Vaticano la Plaza de San Pedro se llena por su festividad de animales, que sean de compañía, que sean de carga, que sean de dieta. En ella son bendecidos por el Arcipreste de la Basílica de San Pedro y vicario general.