El 6 de enero se otorga, en el curso de la tradicional velada literaria que tiene lugar en el Hotel Palace de Barcelona, el Premio Nadal de Novela, que alcanza su 81.ª edición.



En el mismo acto se concede también el Premi Josep Pla (57.ª edición) de prosa en lengua catalana.

En la gala tendremos muy presente el centenario del nacimiento de Ana María Matute (Barcelona 1925-2014), galardonada con el Premio Nadal 1959 por su novela Primera memoria y nombre fundamental en la historia de Destino y en las letras españolas del último siglo.  
 
El jurado del Premio Nadal de Novela 2025 está formado por Inés Martín Rodrigo, Care Santos, Lorenzo Silva, Andrés Trapiello y Emili Rosales. 

Esta convocatoria ha alcanzado de nuevo una altísima participación, con la cifra de 769 obras presentadas.
 
Procedencia de los originales por provincias: A Coruña (3),  Albacete (1), Alicante (11), Almería (2), Asturias (1), Ávila (1), Badajoz (1), Barcelona (52), Burgos (1), Cáceres (3), Cádiz (5), Cantabria (9), Castellón de la Plana (8),   Ciudad Real (2), Córdoba (1), Cuenca (1), Girona (7), Granada (6), Guipúzcoa (9), Huelva (10), Huesca (1), Islas Baleares (6), Jaén (2), La Rioja (4), Las Palmas (1) León (2), Lleida (5), Madrid (101), Málaga (10), Murcia (15), Navarra (7), Ourense (2), Palencia (1), Pontevedra (1), Salamanca (3), Santa Cruz de Tenerife (8), Segovia (1), Sevilla (15), Tarragona (6),  Teruel (1), Toledo (9), Valencia (15), Valladolid (7), Vizcaya (4), Zamora (1) y Zaragoza (11). 
 
Y por países: Alemania (1), Argentina (77), Bolivia (4), Brasil (2), Canadá (1), Chile (9), Colombia (54), Costa Rica (1), Cuba (16), Ecuador (4), El Salvador (2), Estados Unidos (20), Francia (4), Honduras (1), Italia (4), Islandia (1), México (34), Perú (13), Portugal (2), Reino Unido (1), República Dominicana (3), Suecia (1), Suiza (3), Uruguay (2) y Venezuela (7).
 
Las obras presentadas al Premio Nadal reflejan un año más la gran variedad de opciones literarias de la novela contemporánea en lengua castellana. En esta convocatoria, que mantiene una altísima participación, destaca el cuidado por la prosa y la elaboración literaria de la mayoría de los textos presentados. Se aprecia un predominio de las novelas contemporáneas, que recogen inquietudes personales y universales, así como las dinámicas generacionales. Cabe señalar también la procedencia geográfica plural de las obras candidatas. En cuanto al género, sigue la preferencia por la novela negra y el thriller, con una especial atención a historias de trasfondo feminista, fantástico o de vínculo con la naturaleza.
 
La dotación económica del Premio Nadal es de 30.000 euros.
 
La novela ganadora de 2024 fue Bajo tierra seca, de César Pérez Gellida.
  



Diciembre 2024 


Recordando a Ana María Matute
PRIMERA MEMORIA PREMIO NADAL 1959

Ana María Matute (1926-2014) conquistó el premio en 1959 con Primera memoria. Sometió el original, uno de los doscientos treinta y dos presentados, bajo el pseudónimo de Eduardo Ayala, justo el año en que Antonio Vilanova entra a formar parte del jurado en sustitución de Sebastián Juan Arbó. En la última votación, recibió seis votos, mientras La mina, de Armando López Salinas, consiguió uno. Se re­cordó entonces la anécdota mil veces repetida de la primera vez que apareció Matute con diecinueve años por la edito­rial, siendo director Ignacio Agustí. Llevaba un cuaderno de tapas negras, que contenía el manuscrito de su primera novela Pequeño teatro. El editor le recomendó amablemente que lo pasara a máquina, y que entonces volviera. Con esta obra, por cierto, ganó el Premio Planeta de 1954.
 
Nació en Barcelona, en el seno de una familia de la pe­queña burguesía, siendo el padre catalán y la madre caste­llana. Tuvieron cinco hijos. Su infancia y juventud fueron marcadas por el encuentro con la estricta educación religio­sa de un colegio de monjas. La disciplina de la institución contrastaba con la libertad que disfrutaba durante los vera­nos en Mansilla de la Sierra (La Rioja), donde los padres te­nían la casa de veraneo. 
 
La voz y el tono de Matute empleados en Primera me­moria sonaban de una manera totalmente nueva en nuestra narrativa. La caracterizará una mezcla de triste sinceri­dad que enfrenta a los personajes a un mundo hostil y lleno de poesía a la vez. 
 
El otro aspecto esencial de esta obra es el recuerdo. La historia novelesca viene narrada a modo de memorias de una muchacha adolescente de catorce años; relata el mo­mento del despertar al amor, la ternura de unas caricias, la comprensión de su manera de ser y el desamor, incluso cuando deviene odio. Todo ello conforma un discurso par­ticular, bastante innovador en aquel momento. Abría las puertas al texto literario para que en él afloraran los asuntos del pasado y se mezclaran con los sentimientos del presen­te. Los personajes llevarán a cuestas no solo el existir, los sentimientos propios, sino también ecos del ayer. 
 
En Prime­ra memoria pasan pocas cosas. La impresión que produce, su efecto narrativo, depende menos del ¿y ahora qué?, que de la aproximación de motivos y circunstancias modelado­res de un clima, de un espacio particular. Uno que matiza el lugar y el tiempo físicos, España durante la guerra civil, dónde y cómo ocurre la obra. 
 
Primera memoria constituyó un extraordinario retrato donde se miró su generación, para entrever eso que es tan difícil de mirar de frente, la verdad.
 
*Extracto del libro del 75 aniversario del Premio Nadal, por Germán Gullón. 


ASÍ NACIÓ EL PREMIO NADAL
81 años celebrando la literatura
1944 – 2025

Verano de 1944. Tras el éxito de su novela Mariona Rebull, el escritor y director del semanario Destino, un treintañero Ignacio Agustí, se pregunta cuántos escritores están todavía por descubrir en la aletargada literatura española de posguerra. Con el propósito de «despertar docenas de novelistas dormidos en los rincones anónimos del país», Agustí piensa en una réplica del premio Joan Crexells que instauró el Ateneo Barcelonés en 1928 con la finalidad de revitalizar el género novelístico; plantea su idea a Josep Vergés y Joan Teixidor, socios del semanario y de Ediciones Destino.
 
Dotado con cinco mil pesetas —en aquella época de restricciones y racionamiento—, el galardón podría alumbrar bestsellers como Mariona Rebull. Las objeciones de Vergés, que considera elevada la dotación, contrastan con el entusiasmo de Teixidor: propone bautizar el premio con el nombre de Eugenio Nadal. Hermano de Santiago Nadal Gaya, Eugenio fue redactor jefe en los primeros números de Destino. Catedrático de literatura y autor del libro Ciudades en España acaba de fallecer de leucemia el 10 de abril de aquel año 1944 a punto de cumplir veintiocho años.
 
Agustí redacta las bases del Nadal siguiendo el patrón de los premios Crexells y Folguera que se otorgaban en Barcelona antes del 39. El jurado de la primera edición está formado por Ignacio Agustí Peypoch, Joan Teixidor Comes, Josep Vergés Matas, Pedro Pruna Ozerans y Rafael Vázquez Zamora. Al final, el pintor Pruna es sustituido por el crítico Juan Ramón Masoliver. La convocatoria del galardón, que se otorgará cada 6 de enero, aparece publicada en Destino el 12 de  agosto de 1944. La elección de la festividad de Reyes, según palabras del propio Agustí, supone liberarse de la sobredosis de fiestas navideñas. El Nadal fue una buena idea en aquellos tiempos de férreo franquismo: al presentarse en sociedad la novela ganadora como un hecho consumado y contar con el eco inmediato de los medios de comunicación, se favorecía su publicación y mermaban las posibilidades de que la censura la prohibiera.
 
La recepción de originales para el Nadal sigue su curso. A Agustí le gusta mucho El bosque de Ancines, de Carlos Martínez Barbeito. Juan Ramón Masoliver cree que es mejor La terraza de los Palaude César González Ruano y Josep Vergés se decanta por En el pueblo hay caras nuevas, del escritor gallego Álvarez Blázquez.
 
El último día de plazo de admisión —se habían recibido veintiséis originales— las opiniones del jurado experimentan un sorprendente vuelco: aterriza en la redacción de Destino un sobre de correo urgente con un manuscrito. Desde las primeras líneas, Agustí queda tan impactado que las comparte en voz alta con sus compañeros. Luego se lleva la novela a casa. Veinticuatro horas después la tiene leída. Se titula Nada y la firma una joven desconocida, Carmen Laforet, veintitrés años: «El mundo que envolvía era inédito. Nadie había hecho una radiografía de los años medio vacíos, medio angustiados, extrañísimos de la posguerra como Carmen Laforet», afirma admirado.
 
En la noche del 6 de enero de 1945 durante la cena en el Café Suizo, los invitados degustan el menú, a base de crema de alcachofas, lenguado y becada, con peras a la cardinal de postre. El jurado delibera en el altillo. Quedan tres candidatos tras las dos primeras votaciones: Laforet, Ruano y Álvarez Blázquez. En la cuarta votación cae Ruano y en la quinta la disyuntiva es Laforet o Álvarez Blázquez. Al final de las votaciones, Nada se proclama vencedora del Nadal. Con la obra de Laforet, los Reyes acaban de traer el primer regalo a la literatura española.
 
En su primera edición, el Nadal ha alcanzado el objetivo: vivificar la novela española, desvelar jóvenes valores. Como subraya Miguel Delibes, la novela española comenzó a recuperarse gracias al premio de Ediciones Destino: Agustí, su fundador, será jurado hasta 1956; a partir de 1958, la fiesta literaria pasará a celebrarse en su actual emplazamiento del Hotel Ritz. La lista de autores ganadores puebla hoy los manuales de literatura española. Solo en las primeras décadas ya habían sido distinguidos, además de la citada Carmen Laforet, José María Gironella, Miguel Delibes, Luis Romero, Carmen Martín Gaite, Álvaro Cunqueiro, Rafael Sánchez Ferlosio o Ana María Matute.