Conferència
Lorca i Catalunya
Antonina Rodrigo
Entrada lliure amb reserva prèvia a espectador@tnc.cat
Sala Tallers
11 de març de 2014
L’estrena de dues obres de Federico García Lorca a Barcelona és simptomàtica de la forta relació que el poeta i dramaturg mantindria amb la ciutat, gràcies també a algunes de les seves amistats artístiques més importants, com Margarida Xirgu. A la Residencia de Estudiantes de Madrid, García Lorca ja havia entrat en contacte amb la cultura catalana a través del seu amic Salvador Dalí, i des de la seva primera visita a Catalunya l’any 1925 conrearia un fort vincle amb el nostre país al llarg de la seva vida.
L’escriptora granadina Antonina Rodrigo és coneguda pels seus estudis biogràfics sobre Salvador Dalí, Margarida Xirgu, Josep Trueta i Federico García Lorca. El 2006 va rebre la Creu de Sant Jordi com a reconeixement de la seva trajectòria.
El diumenge passat, en acabar-se al Principal Palace la representació de Doña Rosita la Soltera dedicada a les floristes de la Rambla, García Lorca llegí, a honor d’aquestes, les ratlles següents:
Señoras y señores: Esta noche, mi hija más pequeña y más querida, Rosita la Soltera, la señorita Rosita, doña Rosita, sobre el mármol y entre cipreses doña Rosa, ha querido trabajar para las simpáticas floristas de la Rambla, y yo soy quien tiene el honor de dedicar la fiesta a estas mujeres de risa franca y manos mojadas, donde tiembla de cuando en cuando el diminuto rubí causado por la espina.
La rosa mudable, encerrada en la melancolía del carmen granadino, ha querido agitarse en su rama al borde del estanque para que la vean las flores de la calle más alegre del mundo. La calle donde viven juntas a la vez las cuatro estaciones del año, la única calle de la tierra que yo desearía no se acabara nunca, rica en sonidos, abundante en brisas, hermosa de encuentros, antigua de sangre: la Rambla de Barcelona.
Como una balanza, la Rambla tiene su fiel y su equilibrio en el mercado de flores, donde la ciudad acude para cantar bautizos y bodas sobre ramos frescos de esperanza y donde acude agitando lágrimas y cintas en las coronas para sus muertos. Estos puestos de alegría entre los árboles ciudadanos son como el regalo del ramblista y su recreo, y aunque de noche aparezcan solos, casi como catafalcos de hierro, tienen un aire señor y delicado, que parece decir al noctámbulo: «Levántate mañana para vernos; nosotros somos del día.» […]
Amigas floristas, con el cariño con que os saludo bajo los árboles como transeúnte desconocido, os saludo esta noche aquí, como poeta, y os ofrezco, con franco ademán andaluz, esta rosa de pena y palabras: es la granadina Rosita la Soltera.
(La Publicitat, 25 de desembre de 1935 i L’Instant, 24 de desembre de 1935