Ana Frank
Annelies Marie Frank Hollander, conocida como Ana Frank (Fráncfort del Meno, 12 de junio de 1929-Bergen-Belsen, marzo de 1945) fue una niña judía alemana, mundialmente conocida gracias al Diario de Ana Frank, la edición en forma de libro de su diario íntimo, donde dejó constancia de los casi dos años y medio que pasó ocultándose, con su familia y cuatro personas más, de los nazis en Ámsterdam (Países Bajos) durante la Segunda Guerra Mundial. Su familia fue capturada y llevada a distintos campos de concentración alemanes. El único sobreviviente de los ocho escondidos fue Otto Frank, su padre. Ana fue enviada al campo de concentración nazi de Auschwitz el 2 de septiembre de 1944 y, más tarde, al campo de concentración de Bergen-Belsen, donde murió de tifus en marzo de 1945, pocos días antes de que éste fuera liberado. En 1947, apenas dos años después de terminada la guerra, Otto publicó el diario bajo el título La casa de atrás (en neerlandés, Het Achterhuis).
Annelies Marie Frank nació en Fráncfort del Meno (Hesse, Alemania), y fue la segunda hija de Otto Heinrich Frank (12 de mayo de 1889-19 de agosto de 1980) y su mujer, Edith Hollander (16 de enero de 1900-6 de enero de 1945), una familia de judíos alemanes, cuyo padre, Otto, había participado como Teniente del Ejército Alemán en la Primera Guerra Mundial. Tenía una hermana mayor, Margot (16 de febrero de 1926-9 de marzo de 1945). Junto con su familia, tuvo que mudarse a la ciudad de Ámsterdam, huyendo de los nazis. Allí sus padres le regalaron un diario al cumplir los trece años. Muy poco después, su familia tuvo que ocultarse en un escondrijo, la Achterhuis o «Anexo de Atrás», como lo llamó en su diario, situado en un viejo edificio en el Prinsengracht, un canal en el lado occidental de Ámsterdam, y cuya puerta estaba escondida tras una estantería. Allí vivieron durante la ocupación alemana, desde el 9 de julio de 1942 hasta el 4 de agosto de 1944.
En el escondite había ocho personas: sus padres, Otto y Edith Frank; ella y su hermana mayor Margot; Fritz Pfeffer, un dentista judío (al que Ana dio el nombre de Albert Dussel en su Diario), y la familia van Pels (identificada como van Daan en el Diario), formada por Hermann y Auguste van Pels y el hijo de ambos, Peter. Durante aquellos años, Ana escribió su Diario, en el que describía su miedo a vivir escondida durante años, sus nacientes sentimientos por Peter, los conflictos con sus padres, y su vocación de escritora. Pocos meses antes de ser descubiertos, empezó a reescribir su Diario con la idea de publicarlo tras la guerra.
Después de más de dos años, un informador neerlandés guió a la Gestapo a su escondite. Fueron arrestados por la Grüne Polizei el 4 de agosto de 1944 y un mes después, el 2 de septiembre, toda la familia fue trasladada en tren de Westerbork (campo de concentración en el noreste de Holanda) hacia el Campo de concentración de Auschwitz, viaje que les llevó tres días. Mientras tanto, Miep Gies y Bep Voskuijl, dos de las personas que los protegieron mientras estuvieron escondidos, encontraron y guardaron el Diario y otros papeles de Ana.
Ana, Margot y Edith Frank, la familia van Pels y Fritz Pfeffer no sobrevivieron a los campos de concentración nazis (aunque Auguste van Pels murió durante las marchas entre campos de concentración). Margot y Ana pasaron un mes en Auschwitz II-Birkenau y luego fueron enviadas a Bergen-Belsen, donde murieron de tifus en marzo de 1945, poco antes de la liberación. Sólo Otto logró salir del Holocausto con vida. Miep le dio el diario, que editaría con el fin de publicarlo con el título Diario de Ana Frank, que ha sido ya impreso en 70 idiomas.
El Memorial en honor a Ana y Margot Frank está ubicado en el lugar donde estaba la fosa común correspondiente a la barraca donde murieron en el campo de concentración de Bergen-Belsen.
Al cumplir trece años, el 12 de junio de 1942, Ana recibió un pequeño cuaderno que había señalado a su padre en una vitrina unos días antes. Si bien se trata de un libro de autógrafos, empastado en tela a cuadros rojo y negro, con una pequeña cerradura en el frente, Ana ya había decidido que lo utilizaría como diario. Empezó a escribir en él casi inmediatamente, describiéndose a sí misma y a su familia, así como su vida diaria en casa y en el colegio. A falta de una «amiga del alma», según Ana, le escribía a su diario como si estuviera dirigiéndose a una amiga. Llamaba Kitty a su diario y usaba «Querida Kitty» como fórmula introductoria en alusión directa a Kathe Zgyedie, una compañera de estudios a quien llamaban afectuosamente Kitty. Escribió en forma de cartas sobre sus resultados en clase, sus amigos, chicos con los que simpatizaba y los lugares que prefería visitar en su vecindario. Si bien estos primeros escritos en su diario muestran que su vida era en muchas formas la vida típica de una escolar, también reseña los cambios que se van implantando desde la ocupación alemana. Algunas referencias parecen casuales y sin gran énfasis; sin embargo, en algunas partes describe con mayor detalle la opresión que cada día va en aumento. Escribió acerca de las estrellas que todos los judíos estaban obligados a portar en público, y también enumeró algunas de las restricciones y persecuciones impuestas en la vida cotidiana de la población judía de Ámsterdam.
El 5 de julio de 1942, Margot Frank recibió un aviso ordenándole presentarse para deportación a un campo de trabajo. Ana fue entonces informada de un plan que Otto había preparado con sus empleados de mayor confianza, y que ya conocían Edith y Margot desde hacía pocos días. La familia se escondería en cuartos camuflados en las instalaciones de la empresa en Prinsengracht, una calle al borde de uno de los canales de Ámsterdam.
El 9 de julio de 1942, la familia se mudó al escondite preparado y su antiguo apartamento fue dejado en desorden para hacer pensar que había sido abandonado de manera súbita. Otto Frank dejó una nota de la que se podía deducir que habían logrado escapar hacia Suiza. Como los judíos no podían utilizar los transportes públicos debieron caminar varios kilómetros desde su casa hasta el refugio, portando cada uno todas las vestimentas que pudieron, dado que no podían correr el riesgo de ser vistos con equipajes. La achterhuis (en holandés huis significa ‘casa’ y achter, ‘más atrás’), era un espacio de tres pisos en la parte posterior del edificio con acceso a un patio detrás de las oficinas de Opekta. En el primer nivel había dos pequeñas habitaciones, con un baño adjunto sobre el que se encontraba una gran habitación, con otra más pequeña adosada. Desde esa habitación más pequeña se subía hacia el ático. La puerta de la achterhuis quedó disimulada tras una estantería para que no se la pudiera ver. Ana se referiría más tarde a este espacio como el anexo secreto. El edificio principal, situado a una manzana de Westerkerk, era un edificio banal, típico de los barrios del oeste de Ámsterdam.
Víctor Kugler (en ediciones antiguas nombrado como Kraler), Johannes Kleiman (Koophuis), Miep Gies y Elisabeth Bep Voskuijl eran los únicos empleados que sabían del escondite y, junto con Jan, el esposo de Gies y Johannes Hendrik Voskuijl, el padre de Bep Voskuijl, eran quienes ayudaban a los Frank a sobrevivir durante su confinamiento. Ellos eran el único contacto entre el exterior y los ocupantes de la casa, y los mantenían informados de las noticias de guerra y de los eventos políticos. Eran también los proveedores de todo lo necesario para la seguridad y supervivencia de la familia; el abastecimiento de comida resultaba cada vez más difícil a medida que el tiempo transcurría. Ana escribió sobre la dedicación y sobre los esfuerzos para levantarles el ánimo durante los momentos más peligrosos. Todos eran conscientes de que dar refugio a judíos se penaba en aquel momento con la muerte.
A finales de julio, se les unió la familia Van Pels (Van Daan): Hermann, Auguste, y Peter de 16 años, y más tarde, en noviembre, llegó Fritz Pfeffer (Albert Dussel), dentista y amigo de la familia. Ana escribió sobre lo bueno que era tener otras personas con quienes hablar, pero las tensiones rápidamente se presentaron en este grupo de personas que debían convivir confinados en este escondite. Luego de compartir su habitación con Pfeffer, Ana terminó por considerarlo insoportable, y se peleó con Auguste van Pels, a quien consideraba fuera de sus cabales. Su relación con su madre se hizo difícil también y Ana escribió que sentía tener poco en común con ella por ser su madre demasiado abstraída. Algunas veces discutió con Margot, y escribió sobre un lazo inesperado que se había desarrollado entre ellas, aunque a quien se sentía más cercana era a su padre. Tiempo más tarde, también comenzó a apreciar la gentileza de Peter van Pels, y hasta llegaron a tener sentimientos románticos.
Ana pasaba la mayor parte de su tiempo leyendo y estudiando, al tiempo que continuaba escribiendo en su diario. Además de narrar los eventos transcurridos, Ana escribía sobre sus sentimientos, creencias y ambiciones, temas de los que no hablaba con los demás. Al sentirse más segura sobre su forma de escribir, al mismo tiempo que crecía y maduraba, escribía sobre temas más abstractos, como sus creencias en Dios, o sobre cómo definía ella la naturaleza humana. Escribió regularmente hasta su anotación final, el 1 de agosto de 1944.
La mañana del 4 de agosto de 1944 la Grüne Polizei asaltó la achterhuis siguiendo una pista de un informador que nunca fue identificado.3 Conducido por el sargento del Cuerpo de Protección (SS) Karl Silberbauer de la Sección IVB4 del Servicio de Seguridad (SD), el grupo contaba con al menos tres miembros de la Policía de Seguridad. Los inquilinos fueron introducidos en camiones y trasladados para someterlos a interrogatorio. Victor Kugler y Johannes Kleiman fueron encarcelados, pero a Miep Gies y Bep Voskuijl les permitieron marcharse. Más tarde regresarían a la achterhuis, donde encontraron las anotaciones de Ana desparramadas por el suelo. Las recogieron, así como varios álbumes de fotos de la familia, y Gies se propuso devolvérselos a Ana cuando la guerra hubiese terminado.
Llevaron a los miembros de la casa a un campo en Westerbork. Siendo aparentemente un campo de tránsito por el que hasta ese momento habían pasado más de 100 000 judíos, el 2 de septiembre el grupo fue deportado, en el que sería su último traslado, desde Westerbork hasta el campo de concentración de Auschwitz. Tras tres días de viaje llegaron a su destino, y los hombres y mujeres fueron separados según su sexo, para no volverse a ver más. De los 1019 recién llegados, 549 –incluyendo niños menores de 15 años– fueron seleccionados y enviados directamente a las cámaras de gas, en las que fueron asesinados. Ana había cumplido 15 años tres meses antes y se libró, y aunque todos los de la achterhuis sobrevivieron a la selección, Ana creyó que su padre había sido asesinado.
Junto con las otras mujeres no seleccionadas para la muerte inmediata, Ana fue obligada a permanecer desnuda para desinfectarla, le raparon la cabeza y le tatuaron un número de identificación en el brazo. Durante el día empleaban a las mujeres en realizar trabajos forzados y por la noche las hacinaban en barracones frigoríficos. Las enfermedades se propagaban velozmente y en poco tiempo Ana terminó con la piel cubierta de costras.
El 28 de octubre comenzó la selección para reubicar a las mujeres en Bergen-Belsen. Más de 8000 mujeres, Ana Frank, Margot Frank y Auguste van Pels incluidas, fueron trasladadas, pero Edith Frank se quedó atrás. Se levantaron tiendas para acoger la afluencia de prisioneros, entre ellos Ana y Margot, y a medida que la población aumentaba el índice de mortandad debido a enfermedades se incrementó rápidamente. Ana pudo juntarse por un breve periodo con dos amigas, Hanneli Pick Goslar (llamada «Lies» en el diario) y Nanette Blitz, quienes sobrevivieron a la guerra. Contaron cómo Ana, desnuda salvo por un trozo de manta, les explicó que, infestada de piojos, se había despojado de sus ropas. La describieron como calva, demacrada y temblorosa, pero a pesar de su enfermedad les dijo que estaba más preocupada por Margot, cuyo estado parecía más grave. Goslar y Blitz no llegaron a ver a Margot, que permaneció en su litera, demasiado débil. Asimismo, Ana les dijo que estaban solas, y que sus padres habían muerto
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En marzo de 1945, una epidemia de tifus se propagó por todo el campo; se estima que terminó con la vida de 17 000 prisioneros. Los testigos contaron más tarde que Margot, debilitada como estaba, se cayó de su litera y murió como consecuencia del golpe, y que pocos días después Ana también murió. Pocas semanas después el campo sería liberado por tropas británicas, el 15 de abril de 1945.
Tras la guerra, de los aproximadamente 110 000 judíos que fueron deportados desde los Países Bajos durante la ocupación nazi, solo 5000 sobrevivieron. De los ocho inquilinos de la achterhuis, sólo el padre de Ana sobrevivió. Herman Van Pels fue gaseado justo tras la llegada del grupo a Auschwitz-Birkenau, el 6 de septiembre de 1944. Su esposa Auguste murió entre el 9 de abril y el 8 de mayo de 1945, en Alemania o en Checoslovaquia. Su hijo Peter murió el 5 de mayo de 1945 en el campo de concentración de Mauthausen, en Austria, después de ser trasladado andando desde Auschwitz.
El Dr. Friedrich Pfeffer murió el 20 de diciembre de 1944 en el campo de concentración de Neuengamme. La madre de Ana, Edith Hollander, murió el 6 de enero de 1945, en Birkenau. Johannes Kleiman y Víctor Kugler, socios comerciales de Otto Frank que ayudaron a los anteriores mientras permanecieron escondidos, fueron arrestados por ayudar a la familia Frank. Ambos fueron sentenciados a realizar un Arbeitseinsatz (servicio de trabajo) en Alemania, y sobrevivieron a la guerra.
El diario de Ana Framk
Las páginas 92 y 93 del diario original.
Otto Frank sobrevivió y regresó a Ámsterdam. Fue informado del fallecimiento de su esposa y del traslado de sus hijas a Bergen-Belsen, quedando con la esperanza de que lograran sobrevivir. En julio de 1945, la Cruz Roja confirmó las muertes de Ana y Margot, y fue sólo entonces cuando Miep Gies le dio el Diario. Tras leerlo, Otto comentó no haberse dado cuenta de cómo Ana había mantenido un registro tan exacto y bien escrito de su estadía juntos. Tratando de cumplir póstumamente el deseo de Ana expresado en el Diario de convertirse en escritora, decidió intentar publicarlo. Al preguntársela muchos años después sobre su primera reacción, respondió sencillamente: «Nunca supe que mi pequeña Ana era tan profunda».
El Diario de Ana se inicia como una expresión privada de sus pensamientos íntimos, expresando la intención de nunca permitir que otros lo leyeran. Describe cándidamente su vida, su familia y compañeros y su situación, mientras empieza a reconocer su ambición de escribir novelas y publicarlas. En el verano de 1944, escuchó una transmisión de radio de Gerrit Bolkestein —miembro del gobierno holandés en el exilio— que decía que al terminar la guerra crearía un registro público de la opresión sufrida por la población de su país bajo la ocupación alemana. Mencionó la publicación de cartas y diarios, de manera que Ana decidió que contribuiría con su Diario. Comenzó a corregir su escritura, a eliminar secciones y a reescribir otras, en vistas a una posible publicación. A su cuaderno original, anexó varios cuadernos adicionales y hojas sueltas. Creó pseudónimos para los miembros del grupo y sus benefactores. La familia van Pels se convirtió en Hermann, Petronella y Peter van Daan; Fritz Pfeffer pasó a llamarse Albert Dussel. Otto Frank utilizó la versión original del Diario, conocida como «versión A», y la versión corregida, conocida como «versión B», para producir la primera versión para ser publicada. Retiró algunos pasajes, sobre todo aquellos en los que se refería a su esposa en términos poco halagadores, así como secciones en las que hablaba de detalles íntimos respecto a su floreciente sexualidad. Restauró las verdaderas identidades de su familia, pero retuvo los pseudónimos de las otras personas.
Frank llevó el diario a la historiadora Anne Romein, quien intentó publicarlo, sin éxito. Luego se lo pasó a su esposo Jan Romein, quien escribió un artículo sobre el libro con el título de «Kinderstem» («La voz de una niña») en el periódico Het Parool el 3 de abril de 1946. Escribió que el diario «pausadamente expresado en la voz de una niña, muestra todos los odios del fascismo, mejor que todas las evidencias de los juicios de Núremberg juntas».4 Su artículo atrajo la atención de los editores y el Diario fue publicado en Holanda en 1947 por el editor Contact, de Ámsterdam, bajo el título Het Achterhuis (La casa de atrás). Fue reimpreso en 1950. En abril de 1955 apareció la primera traducción del diario en español bajo el título Las habitaciones de atrás (traducción de Mª Isabel Iglesias, editorial Garbo, Barcelona).
Albert Hackett escribió una pieza de teatro basada en el Diario, estrenada en Nueva York en 1955, que recibió el Premio Pulitzer de Teatro. La pieza fue llevada al cine en 1959 con el título El diario de Ana Frank. Fue protagonizada por la actriz Millie Perkins, y Shelley Winters, que caracterizó a la señora Van Pels, consiguió el Óscar a Mejor Actriz Secundaria, que entregó a la Casa de Ana Frank. La película obtuvo una buena acogida y se hizo acreedora de otros dos Óscar. Sin embargo, no se convirtió en un gran éxito de taquilla, aunque despertó tal atención que aumentó el interés mundial por el libro. El Diario fue creciendo en popularidad con el pasar de los años, y hoy es lectura obligatoria en bachillerato de varios países y en varios estados de los Estados Unidos. En febrero de 2008 se estrenó5 en Madrid el musical El Diario de Ana Frank – Un Canto a la Vida. Es la primera vez que la Fundación Ana Frank cede los derechos a una empresa para representar un musical sobre Ana Frank y su obra en todo el mundo.
En 1986, se publicó una edición crítica del Diario.6 Esta edición compara secciones originales con secciones modificadas por el padre, e incluye una discusión relativa a su autenticidad así como datos históricos sobre su familia.
En 1988, Cornelis Suijk —antiguo director de la Fundación Ana Frank y presidente de la Fundación para la educación sobre el Holocausto de los Estados Unidos— anunció que había obtenido cinco páginas que habían sido eliminadas por Otto Frank del Diario antes de su publicación. Suijk afirma que Otto Frank le entregó esas páginas poco antes de su muerte en 1980. Las páginas eliminadas contienen comentarios muy críticos de Ana Frank hacia la relación matrimonial de sus padres y hacia su madre.7 La decisión de Suijk de reclamar derechos de autor sobre las cinco páginas para con ello financiar su fundación en los Estados Unidos causó controversia. El Instituto Holandés de Documentación de Guerra, actual propietario del manuscrito, solicitó que le fueran entregadas las páginas faltantes. En 2000 el Ministerio Holandés de Educación, Cultura y Ciencia accedió a donar 300 000 dólares a la fundación de Suijk y las páginas fueron entregadas en 2001.8 Desde entonces, han sido incluidas en las nuevas ediciones del Diario.
En 2004, se publicó un nuevo libro en Holanda, titulado Mooie zinnen-boek (Libro de las bellas citas), que contenía fragmentos de libros y poemas cortos que Ana recopiló, por consejo de su padre, durante su permanencia en la achterhuis.
En su introducción a la primera edición del Diario en los Estados Unidos, Eleanor Roosevelt lo describió como «uno de los más sabios y conmovedores comentarios que he leído sobre la guerra y su impacto en los seres humanos». El escritor soviético Ilya Ehrenburg diría más tarde: «una voz que habla por la de seis millones; la voz no de un sabio o un poeta, sino la de una muchacha corriente».9 A medida que ha crecido la talla de Ana Frank como escritora y humanista, se ha convertido en un símbolo del Holocausto y más ampliamente como una representante de la persecución. Hillary Rodham Clinton, en su discurso de acogida de un Premio Humanitario Elie Wiesel en 1994, citó el Diario de Ana Frank y dijo que «nos despierta frente a la locura de la indiferencia y el terrible precio que supone para nuestros jóvenes», que relacionó con los recientes acontecimientos ocurridos en Sarajevo, Somalia y Ruanda.10 Tras recibir el premio humanitario de la Fundación Ana Frank en 1994, Nelson Mandela se dirigió a una multitud en Johannesburgo, diciendo que había leído el diario de Ana Frank mientras estaba en prisión y que «obtuvo un gran aliento de él». Comparó la lucha de Ana contra el nazismo con la suya propia contra el apartheid, trazando una línea paralela entre las dos filosofías con el comentario «porque estas creencias son evidentemente falsas, y porque fueron, y siempre serán desafiadas por los semejantes a Ana Frank, están destinadas al fracaso».
En el mensaje final de la biografía sobre Ana Frank de Melissa Müller, Miep Gies trató de disipar lo que creía era una creencia equivocada que iba en aumento, «Ana simboliza a los seis millones de víctimas del Holocausto», escribiendo: «la vida y muerte de Ana era su propio destino, un destino individual que se repitió seis millones de veces. Ana no puede, y no debe, representar a los muchos individuos a los que los nazis robaron sus vidas… Pero su destino nos ayuda a aceptar la inmensa pérdida que sufrió el mundo por culpa del Holocausto».
El Diario ha sido también alabado por su mérito literario. Comentando el estilo de redacción de Ana, el judío norteamericano Meyer Levin, que trabajó con Otto Frank en la dramatización del diario poco después de su publicación,12 lo alabó por «mantener la tensión de una novela bien construida»,9 mientras que el poeta John Berryman escribió que era una representación única, no sólo de la adolescencia sino también del «proceso misterioso y fundamental de un niño que se convierte en adulto, como sucede en realidad».9 Su biógrafa Melissa Müller dijo que escribió «en un estilo preciso, confiado y económico, pasmoso en su franqueza». Su escritura es en gran parte un estudio de personajes, y examina a cada persona de su círculo con un ojo astuto, inflexible. Es de vez en cuando cruel y a menudo parcial, sobre todo en sus representaciones de Fritz Pfeffer y de su propia madre, y Müller explica que canalizó los «cambios de humor normales en la adolescencia» a través de su obra. Su examen de sí misma y de lo que la rodeaba se mantiene durante un largo período de modo introspectivo, analítico, altamente autocrítico, y en los momentos de frustración relata la batalla que se libra en su interior entre la «Ana buena» que desea ser, y la «mala» que cree ser. Otto Frank recordó a su editor explicando por qué pensaba que el Diario se leería tan extensamente, con el comentario «dijo que el Diario abarca tantas etapas de la vida que cada lector puede encontrar algo que lo conmueva».
Desde su publicación se ha puesto empeño en desacreditar el diario, y desde mediados de 1970 David Irving (negacionista del Holocausto) ha sido constante al aseverar que el diario no sería auténtico.13 Según el también negacionista Robert Faurisson, el diario no fue realmente escrito por Ana Frank, ya que contiene páginas escritas con bolígrafo, inventado en 1938 y patentado en Argentina el 10 de junio de 1943, pero que no habría sido introducido en Alemania hasta un año después, fecha en la que Ana había sido ya trasladada al campo de concentración (2 de septiembre de 1944) y su Diario estaba terminado. De todos modos, los diversos estudios llevados a cabo en el diario han demostrado que las páginas que contienen anotaciones en bolígrafo son dos, añadidas en 1960 por una grafóloga que estudió el texto.14 En 2006, la Oficina Federal de Investigación Criminal (BKA), que en 1980 había certificado la existencia de esas dos páginas escritas en bolígrafo, emitió un comunicado explicitando que ese estudio de cuatro páginas de ningún modo puede ser utilizado para poner en duda la autenticidad del Diario.
Las continuas declaraciones públicas hechas por quienes niegan el Holocausto llevaron a Teresien da Silva a comentar en 1999, en nombre de la Casa de Ana Frank, que «para muchos extremistas de derechas [Ana] demuestra ser un obstáculo. Su testimonio de la persecución de los judíos y su muerte en un campo de concentración están bloqueando el camino para la rehabilitación del nacionalsocialismo».
Desde los años 50, la negación del Holocausto ha sido una infracción criminal en algunos países europeos, y se ha hecho uso de la ley para prevenir un aumento de la actividad neonazi. En 1959 Otto Frank tomó acciones legales en Lübeck contra Lothar Stielau, un profesor de colegio y antiguo miembro de las Juventudes Hitlerianas que publicó un documento estudiantil en el que describió el Diario como una falsificación. El tribunal examinó el diario y concluyó en 1960 que este era auténtico. Stielau se retractó de su afirmación anterior, y Otto Frank no llevó su demanda más lejos.
En 1958 un grupo de manifestantes desafió a Simon Wiesenthal durante una representación del Diario de Ana Frank en Viena asegurando que Ana Frank nunca existió, y le pidieron que probase su existencia encontrando al hombre que la había arrestado. Empezó a buscar a Karl Silberbauer y lo encontró en 1963. Cuando fue entrevistado, Silberbauer admitió enseguida su papel, e identificó a Ana Frank en una fotografía como una de las personas que fueron arrestadas. Proporcionó una versión completa de acontecimientos y recordó haber vaciado en el suelo una maleta llena de papeles. Su declaración corroboró la versión de los hechos que había sido presentada anteriormente por testigos como Otto Frank.
En 1976 Otto Frank emprendió acciones contra Heinz Roth, de Fráncfort, que publicó folletos que indicaban que el Diario era una falsificación. El juez decidió que si publicaba nuevas afirmaciones en esa línea sería condenado a pagar una multa de 500 000 marcos alemanes y se enfrentaría a una sentencia de seis meses de cárcel. Dos casos fueron desestimados por los tribunales alemanes en 1978 y 1979 amparándose en el derecho a la libertad de expresión, en vista de que la queja no había sido llevada a cabo por ninguna «parte perjudicada». El tribunal declaró en cada caso que si se hacía una nueva petición desde una parte perjudicada, como Otto Frank, se podrían abrir diligencias por difamación.
La controversia llegó a su punto más alto en 1980 con el arresto y juicio de dos neonazis, Ernst Römer y Edgar Geiss, que fueron juzgados y encontrados culpables de la creación y distribución de impresos denunciando la falsedad del Diario, a lo que siguió una querella de Otto Frank. Durante la apelación, un equipo de historiadores examinó los documentos de acuerdo con Otto Frank, y determinaron su autenticidad.
Con la muerte de Otto Frank en 1980, el diario original, incluyendo cartas y hojas sueltas, fue dejado en herencia al Instituto para la Documentación de la Guerra de los Países Bajos, que llevó a cabo en 1986 un estudio forense del diario a través del Ministerio de Justicia de los Países Bajos. Tras cotejar la caligrafía con ejemplares de autoría probada determinaron que coincidían, y que el papel, pegamento y tinta empleados eran fáciles de adquirir durante el período en el que se afirmaba que el Diario había sido escrito. Su determinación final fue que el Diario era auténtico. El 23 de marzo de 1990 el Tribunal Regional de Hamburgo confirmó su autenticidad.
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El 3 de mayo de 1957 un grupo de ciudadanos, incluido Otto Frank, establecieron la Fundación Ana Frank en un esfuerzo por salvar el edificio de la achterhuis en Prinsengracht de la demolición, y para hacerlo accesible al público. Otto Frank insistió en que el propósito de la fundación sería el de fomentar el contacto y la comunicación entre jóvenes de diferentes culturas, religiones y razas, y oponerse a la intolerancia y a la discriminación racial.
La Casa de Ana Frank abrió sus puertas el 3 de mayo de 1960. Consiste en el almacén Opekta, las oficinas y la achterhuis, sin amueblar, para que los visitantes pudiesen caminar libremente por todas las habitaciones. Se conservan algunas reliquias personales de sus antiguos inquilinos, por ejemplo las fotografías de estrellas de cine pegadas en la pared por Ana, una porción del papel pintado sobre el que Otto Frank marcaba la altura de sus hijas mientras crecían y un mapa en la pared sobre el que registró el avance de las aliados, todo ello protegido ahora por láminas de plexiglás. Desde la pequeña habitación que fuera una vez hogar de Peter van Pels, un pasillo conecta el edificio con sus construcciones vecinas, también adquiridas por la Fundación. Estos otros edificios guardan el Diario, así como exposiciones no permanentes que describen diversos aspectos del Holocausto y muestras más contemporáneas de la intolerancia racial en diversos lugares del mundo. Se ha convertido en una de las principales atracciones turísticas de Holanda, y cada año la visitan más de medio millón de personas.
En 1963 Otto Frank y su segunda mujer, Fritzi (Elfriede Markowitz-Geiringer), establecieron el Anne Frank Fonds como una organización de beneficencia, con base en Basilea, Suiza. El Fonds recauda dinero para donarlo a las causas que lo necesitan. Tras su muerte, Otto legó los derechos sobre el Diario a esta institución, con la cláusula de que los primeros 80 000 francos suizos producidos como beneficio cada año se distribuyeran entre sus herederos, y que cualquier ingreso por encima de esa cantidad se destinase al Fonds para su uso en los proyectos que sus administradores considerasen digno de ello. Proporciona, con carácter anual, financiación para el tratamiento médico de los Justos entre las naciones. Se ha esforzado por educar a los jóvenes contra el racismo y ha prestado algunos de los manuscritos de Ana Frank al Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos en Washington, D.C. para una exposición en 2003. Su informe anual para ese mismo año dio cierta cuenta de su esfuerzo para realizar contribuciones a nivel global, con su apoyo a proyectos en Alemania, Israel, India, Suiza, el Reino Unido y los Estados Unidos.
Actualmente la Casa de Ana Frank cuenta con cinco organizaciones asociadas:16 en el Reino Unido, Alemania, Estados Unidos, Austria y Argentina que además de funcionar como facilitadores de las actividades educativas de la Casa de Ana Frank (como la exposición itinerante «Ana Frank una historia vigente») llevan adelante actividades educativas propias.
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