Mónica Sánchez, que en 2021 quedó finalista en el premio Setenil con su obra Aquí para siempre, trabaja en un teatro de la ciudad condal. Ha colaborado en diferentes revistas literarias con la publicación de cuentos y esta es su primera novela. En todo el proceso de escritura recibió el apoyo del recientemente fallecido Pedro Zarraluki, que dice de ella «Con admirable maestría, Mónica Sánchez ha escrito un luminoso canto a la sencillez imperfecta, a esos momentos inesperados que acabarán convirtiéndose en la esencia de nuestras vidas». Ojalá le hubiese dado tiempo a verla en papel. Las lindes, a través del viaje de cuatro mujeres, aborda con una prosa limpia y cautivadora el tema de los orígenes y de los sueños. Las protagonistas de esta novela cruzarán la península e iniciarán un inquietante viaje con insólito aire de wéstern para rendir cuentas entre ellas y consigo mismas . La tensión in crescendo, la honestidad de la voz narrativa, la fragilidad de las cuatro protagonistas, que a veces es ternura y otras desgarro quedo, y la prosa de Mónica Sánchez, convierten esta experiencia en una lectura única. ![]() Las lindes En las vacaciones de verano, Marina, una dramaturga barcelonesa, emprende un viaje en coche junto a su madre, su hermana y su sobrina en dirección a una aldea gallega. Después de un proceso largo, Blanca, la madre, ha recibido los mapas de la repartición de las fincas que ha heredado y quiere venderlas. Va a reencontrarse con su pasado en un territorio de campos de maíz alto y de bosques de castaños, nogales y robles que guardan bajo la tierra húmeda los secretos de sus antepasados. Las protagonistas de esta novela cruzarán la península e iniciarán un inquietante viaje para rendir cuentas entre ellas y consigo mismas. Blanca nunca utilizaba el posesivo para hablar de sus tierras, parecía proceder de un mundo babélico, de un ambiente rural de ubres abandonadas y de una Barcelona obrera, con olores textiles y faldas por debajo de la rodilla. La primera parte de la novela narra el viaje en coche de estas cuatro mujeres desde Barcelona hasta Sarria. Las horas en el interior del coche, una noche de hotel o la aparición de personajes inesperados, irán descubriendo la personalidad de cada una de estas mujeres, los conflictos que las atenazan, la relación que existe entre ellas. Aunque para mi madre y mi hermana seguramente era difícil de creer, cada una de nosotras existía con total independencia de las demás. Éramos un archipiélago familiar en el que, sin embargo, siempre nos habíamos encontrado a salvo. En aquel momento pensábamos que Sabrina se había empeñado en convertir los algodones entre los que se estaba criando en zarzas y ortigas, pero nunca hay que subestimar el dolor ajeno. La segunda y la tercera parte de la novela se desarrollan en Sarria. Allí, Blanca se reencuentra con sus tierras húmedas de maizales y nogales que esconden los secretos de sus antepasados. Aparecerán conflictos con sus familiares y vecinos. T ambién verá de nuevo a Ramón, un amigo de la infancia que sueña con rodar un wéstern en una de sus parcelas. A lo largo de la historia encontramos una amalgama de temas como el desarraigo, el agotamiento de las relaciones de pareja, las huellas del engaño, la familia como refugio y como lastre, la lealtad, las decepciones, el abandono del campo, los conflictos por el territorio o la pérdida, que le otorgan riqueza y hondura a la novela. Sonreí. A veces pensaba que había querido ser dramaturga porque nunca me interesó conocer la verdad de ninguna historia. Era mucho mejor construirla. Sobre todo, los relatos de mis antepasados. Personas sin rostro de las que me habían llegado sucesos escurridizos y muchas veces contradictorios. La autora nos irá conduciendo con un ritmo equilibrado e hipnótico, que ni se detiene ni se precipita pero avanza inexorable a través de una atmósfera que se hace cada vez más densa y angustiosa. La narración está impregnada de simbología, como los distintos tipos de aves que aparecen en el relato, e intensifican el desasosiego. Las cornejas, con sus picos grandes y negros, se comían las semillas que el viento había arrastrado hasta la calzada. Esas aves tienen la mala fama de devorar las cosechas, pero son tan listas que saben en quién confiar. Pueden reconocer las caras, e incluso los coches, de quienes han supuesto para ellas un desafío alguna vez. Saben de quién deben huir. Los conflictos con el territorio, los forasteros, el código de honor y el paisaje desolado le otorgan un insólito aire de wéstern en la profundidad de Galicia. Yo veía a mi madre cogerse una y otra vez el dobladillo de la falda con un gesto mecánico. Lo apretaba entre los dedos y lo soltaba. Aquel mismo gesto lo había heredado yo para calmar los nervios. Ella había vuelto al lugar donde había nacido como si fuese una forastera, quizá pensando que no debería estar allí. Qué sensación tan extraña. Como cuando te presentan a alguien y te dicen que le recuerdas a otra persona y crees, por un momento, no tener un aspecto propio. La tensión in crescendo, la honestidad de la voz narrativa, la fragilidad de las cuatro protagonistas, que a veces es ternura y otras desgarro quedo, y la cautivadora prosa de Mónica Sánchez, convierten esta experiencia en una lectura única. ![]() La autora Mónica Sánchez (Barcelona, 1979). Estudió Humanidades y trabaja en un teatro de la ciudad condal. Ha colaborado en diferentes revistas literarias con la publicación de cuentos. En el 2021, publica Aquí para siempre (Piedra Papel Libros), un libro de relatos que fue finalista del Premio Setenil 2021. Las lindes es su primera novela. | |